`¡Qué sublime desperdiciar una vida que podría ser útil, no ejecutar una obra que sería bella a la fuerza, abandonar a mitad de camino el sendero seguro de la victoria!
Ah, amor mío, la gloria de las obras que se han perdido y no se encontrarán, de los tratados que hoy son sólo títulos, de las bibliotecas que han ardido, de las estatuas que han sido destruidas.
Santificados por el Absurdo los artistas que han quemado una obra muy bella, aquellos que, pudiendo hacer una obra bella, la hicieron imperfecta adrede, aquellos grandes poetas del Silencio que, reconociendo que podrían hacer una obra completamente perfecta, han preferido atreverse a no hacerla nunca. (Si fuera imperfecta, bueno.)
¡Cuánto más bella sería la Gioconda si no pudiésemos verla! Y si la quemara quien la robase, ¡qué artista sería, un artista más grande que el que la pintó!
¿Por qué es bello el arte? Porque es inútil ¿Por qué es fea la vida? Porque es toda fines y propósitos e intenciones. Todos sus caminos son para ir de un punto a otro. ¡Ojalá existiera el camino desde un sitio del que no sale nadie hasta un sitio al nadie va! Ojalá alguien entregara su vida a construir un camino o que empezase en el medio de un campo y llegase hasta el medio de otro; que si se prolongase sería útil, pero del que ha quedado, de forma sublime, sólo la mitad de un camino.
¿La belleza de las ruinas? Que no sirven para nada.
¿La dulzura del pasado? Recordarlo, porque recordarlo es convertirlo en presente, y no lo es, ni lo puede ser: el absurdo, amor mío, el absurdo.
Y yo, que digo esto, ¿por qué escribo este libro? Porque lo reconozco imperfecto. Soñado, sería la perfección; escrito, gana imperfección; por eso lo escribo.
Y, sobre todo, porque defiendo la inutilidad, el absurdo, >: escribo este libro para mentirme a mí mismo, nar mi propia teoría. Y la gloria suprema de todo, amor mío, es pensar que tal vez no sea verdad, ni yo lo crea verdadero.
Y cuando la mentira empiece a darnos placer, digamos la verdad para mentirle. Y cuando nos provoque angustia, detengámonos, para que el sufrimiento no nos dignifique o nos proporcione perversamente placer…´
`El arte consiste en hacer sentir a los demás lo que sentimos nosotros, en liberarlos de ellos mismos, proponiéndoles nuestra personalidad como una liberación especial. Lo que siento, en la verdadera sustancia en que lo siento, es absolutamente incomunicable; y cuanto más profundamente lo siento, tanto más incomunicable se vuelve. Para que yo, por tanto, pueda transmitir a otro lo que siento, tengo que traducir mis sentimientos a su lenguaje, es decir, tengo que decir esas cosas como si las sintiese, para que él, al leerlas, sienta exactamente lo que yo he sentido. Y como este otro es, por hipótesis de arte, no esta o aquella persona, sino toda la gente, es decir, la persona que es común a todas las personas, lo que tengo que hacer al final es convertir mis sentimientos en un sentimiento humano típico, aunque pervirtiendo la verdadera naturaleza de lo que he sentido.´
`Nunca he hecho otra cosa que soñar. Ése ha sido, y sólo ese, el sentido de mi vida. Nunca he tenido otra preocupación verdadera que no fuese mi escenario interior.´
`Del amor sólo he exigido que nunca dejase de ser un sueño lejano. En mis propios paisajes interiores, todos ellos irreales, siempre me ha atraído lo lejano, y los acueductos que casi se esfumaban en la distancia de mis paisajes soñados tenían la dulzura de un sueño en relación a las otras partes del paisaje: una dulzura que hacía que pudiese amarlos.´
`El hombre no debe poder ver su propia cara. Eso es lo más terrible. La naturaleza le ha concedido el don de no poder verla, así como el de no poder observar sus propios ojos.
Él sólo podría mirar su rostro en el agua de los ríos y los lagos. Y la postura que debía adoptar era realmente simbólica. Tenía que curvarse, que agacharse para cometer la ignominia de verse.
El creador del espejo ha envenenado el alma humana.´
`La fe es el instinto de la acción.´
`El mundo exterior existe como un actor en un escenario: está allí pero es otra cosa.´
`La inacción consuela de todo. No hacer nada nos lo da todo. Imaginar es todo, siempre que no tienda a la acción. Nadie puede ser el rey del mundo sino en sueños. Y cada uno de nosotros, si se conoce de verdad, quiere ser el rey del mundo.
No ser, pensando, es el trono. No querer, deseando, es la corona. Tenemos aquello a lo que renunciamos, porque lo conservamos soñando, intacto, eternamente a la luz del sol que no existe o de la luna que no puede existir.´
`Siempre he repudiado que me entendiesen. Ser entendido es prostituirse. Prefiero ser tomado en serio por lo que no soy, ignorado humanamente, con decencia y naturalidad.´
`Un vistazo rápido del campo, por encima del muro de los alrededores, me libera más completamente que lo que un viaje liberaría a otro. Cualquier punto de visión es un ápice de una pirámide invertida, cuia base es indeterminable.´
(Fragmentos del libro del Desasosiego – Fernando Pessoa)